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Que Irak podría convertirse en el segundo Vietnam?

 

Fernando Montiel T. Analista y consultor en relaciones internacionales y resolución de conflictos. Miembro de TRANSCEND y fundador del capítulo México de la organización. Comentarista de radio y prensa sobre política internacional y colaborador frecuente en diversos medios internacionales. Coordinador del libro. Afganistán: Guerra, terrorismo y seguridad internacional en el Siglo XXI. (México, 2002). Co-autor de “Identidad, educación y cambio en América Latina (México, 2003), Irak: Un mar de Mentiras (Madrid, 2003) y Pensar la guerra: Hacia una nueva geopolítica mundial (México, 2004). Correo electrónico: [email protected]

 

 

1.      Marta Iglesias (MI): La comparación de esta guerra con la de Vietnam partió del Senador Edward Kennedy. ¿Que intensión cree que tenia el comentario?

 

Fernando Montiel T. (FMT). En primer lugar es necesario señalar que la comparación entre las guerras de Irak y Vietnam se comenzó a manejar a nivel popular mucho antes de que el Senador Kennedy emitiera sus declaraciones. De hecho la comparación se comenzo ha esgrimir aun antes del inicio de la guerra, pues era evidente para cualquier observador medianamente enterado que -dados los antecedentes iraquíes y la coyuntura interna e internacional- derrocar a Hussein y controlar el pais seria algo muy distante a las invasiones a Panamá y Granada y algo mucho más cercano a Afganistán y Vietnam. En lo que respecta al comentario del Senador y su intensión destacan dos aspectos: 1) La utilidad politico-electoral del mismo y 2) la perpetuación de los “mitos fundacionales” de la ideología política estadounidense. Respecto al primer punto, a mi juicio, coyunturalmente, la insistencia de Kennedy en la comparación Vietnam-Irak se inscribe en la dinámica de golpeteo pre-electoral entre republicanos y democratas por la presidencia. Desde esta perspectiva la intensión del comentario sería sencillamente mermar la ya de por si mala imagen –nacional e internacional- de George W. Bush de cara al proceso electoral y vis á vis la crisis iraquí. Si algo vale la pena destacar de las críticas del senador es que, como ocurrió con muchos de los “críticos” de la guerra de Vietnam –salvo honrosas excepciones-, Edward Kennedy no se opone al “nuevo Vietnam en Irak” por ser criminal, inmoral, ilegítimo e ilegal, sino solamente porque el precio está resultando “demasiado alto” para la potencia americana. En lo referente al segundo aspecto –la perpetuación de los “mitos fundacionales” (básicamente mentiras e ingeniería histórica)- llama poderosamente la atención que sea precisamente el Senador Kennedy –pariente del presidente asesinado del mismo apellido- quien emite las críticas. Según la historia oficial John F. Kennedy se habría retirado de Vietnam unilateralmente de no haber sido por que fue asesinado. Esto es una falsedad. Esta creencia es producto de la “Camelot” que fue un proceso de distorción histórica que tuvo como objetivo hacer que Kennedy fuera percibido por las masas como un martir de la libertad e incluso –paradójicamente- como un promotor de la paz. En los hechos, fue precisamente durante el mandato de Kennedy que la guerra contra indochina dejo de ser un ataque terrorista a gran escala para convertirse en una auténtica guerra de agresión, es decir, todo lo contrario de lo que pregona la doctrina oficial. A la luz de estos hechos, no es descabellado suponer que la insistencia del Senador Kennedy de comparar Irak y Vietnam sirve para afianzar la percepción del “mito de John F. Kennedy” –del cual él personalmente sería el heredero- mito que en el corto y mediano plazo le redundará en bonos políticos a él en lo personal y a su partido en general (No debemos olvidar que por mera casualidad las siglas de John Forbes Kerry son tambien “JFK”, detalle de importancia ridícula en los hechos pero significativo para un electorado malinformado, acrítico e ideológicamente intoxicado como el estadounidense).

 

2.      MI: ¿Es acertado suponer que Irak podría convertirse en el segundo Vietnam para EEUU, ya que está perdiendo el control del terreno y los insurgente se multiplican por miles?

 

FMT: En términos estrictamente militares la suposición es acertada. Aunque hay que acotar: los Estados Unidos no están perdiendo el control del terreno. ¡Sencillamente nunca lo tuvieron en el Irak post-Hussein!. Si en algún momento Estados Unidos tuvo control sobre Irak fue precisamente durante el régimen de Hussein, cuando este último todavía se podía dar el lujo de estrechar la mano de Donald Rumsfeld (1980-1988) y aún después de la guerra del Golfo (1991) cuando bajo la presión conjunta de las “Zonas de Exclusión de Vuelos”, los “bombardeos periódicos” y el programa “Petróleo por Alimentos” el régimen de Hussein bailaba al son que se tocaba en Washington. Tras la caída de Hussein, en Irak los Estados Unidos han tenido todo menos control, es decir, tienen una repetición del escenario afgano tras la caída de los talibán y la imposición de Karzai al frente del gobierno en Kabul. Los “señores de la guerra” proliferan en todo el país, los convoys de la “coalición” son atacados en todos los caminos, el descontento crece y el número de milicias insurgentes crece sube como la espuma. En otras palabras: Desde que cayó Hussein el control es inexistente y ahora -dada la realidad en el terreno- las perspectivas de conseguirlo en un corto y mediano plazo son todavía menores. Si consideramos todo esto en su conjunto, las perspectivas de un triunfo militar contundente e indiscutible por parte de los Estados Unidos son casi nulas.

 

3.      MI: La guerra de Irak parece la lucha de David contra Goliat pero ¿Qué alto precio tendría que pagar Irak por la victoria, si hacemos un paralelismo con Vietnam?

 

FMT: Como en Vietnam, la victoria militar iraquí puede tener un costo humano horrorosamente alto. Según fuentes en el terreno la proporción de bajas estadounidenses e iraquíes tiene actualmente, en el mejor de los casos, una relación de 1 a 100, es decir: Por cada estadounidense muerto fallecen en promedio cien iraquíes. La estrategia de combate adoptada por las milicias locales es muy problemática para los estadounidenses: De acuerdo con la doctrina de guerra de contrainsurgencia (guerra de baja intensidad) por cada guerrillero activo es necesario desplegar al menos 20 tropas regulares. En guerras de contrainsurgencia existen 2 formas de proceder: la primera es la utilización de fuerzas especiales, la segunda el asesinato en masa. Para combatir con algún éxito a grupos muy localizados la utilización de grupos de fuerzas especiales es factible, sin embargo, cuando lo que se enfrenta es una “guerra de todo el pueblo” la estrategia es muy diferente. Mao decía que los guerrilleros “se tienen que mover como pez en el agua en el pueblo”, de tal suerte que si de acabar con los guerrilleros se trata entonces “hay que secar el agua al pez”, en este entendido lo que procede es la aniquilación de todo aquel sospechoso de “apoyar a los terroristas”, que es lo que en los hechos ha comenzado a hacer Estados Unidos en Irak para contener a la insurgencia. Este tipo de estrategias tan solo en Guatemala cobró 200,000 vidas, un número similar se registró en Indonesia por los disturbios independentistas de Timor Oriental. En Vietnam el resultado de “secar el agua al Vietcong” arrojó un saldo directo de no menos de 3 millones de muertos (a los que habría que agregar los que siguen muriendo desde la firma de los Acuerdos de París por causa de malformaciones, minas y miseria). Si consideramos que la guerra del 2003 es una continuación de la de 1991 -dado que los bombardeos, la invasión del territorio iraquí y las agresiones disfrazadas de “sanciones”nunca cesaron- las víctimas de los Estados Unidos en Irak se cuentan ya también por millones y su número sigue creciendo con cada día que pasa. Si los Estados Unidos persisten en su empeño de continuar la ocupación el número de muertes que se avecina es tremendo, aunque a la larga, en términos militares, morales, sicológicos y políticos, la guerra la tienen perdida.

 

4.      MI: Afirma en su artículo que los estadounidenses no van a salir por las buenas de Irak y que hay que presionarlos desde tres frentes. Desde Irak, el campo de batalla. ¿cree que los ataques que se producen casi a diario contra los estadounidenses conseguirán hacer mella en el ejército?

 

FMT: Aunque muy limitados por el momento en tanto a daño material-militar, los ataques de la resistencia iraquí contra el ejército invasor son devastadores en términos sicológicos, políticos y propagandísticos, tanto para las tropas en el terreno como para la opinión pública y los gobiernos de los países que participan en la invasión. Si tomamos los casos de Ruanda y Somalia respecto a los Estados Unidos la idea cobra un matíz particular. El genocidio en Ruanda de 1994 pasó prácticamente ignorado en los Estados Unidos, y eso que en escasas semanas murieron más de un millón de personas, la mayoría víctima de golpes de machete. ¿Por qué fueron ignorados estos hechos? Pues porque de acuerdo con los estándares racistas-clasistas de los medios de comunicación, el evento era triplemente aburrido: era un eventos de pobres, “negros”, y africanos, de tal suerte consideraron que la tragedia no merecía mayor espacio. La conmoción en los Estados Unidos por este caso fue prácticamente inexistente y por lo tanto su impacto en política exterior nulo. La cosa fue diferente en Somalia. Algo más de una docena de soldados estadounidenses fueron muertos por las milicias de Mohammed Farrakh Aidid, los cuerpos de los soldados fueron exhibidos por sus victimarios y humillados frente a las cámaras de televisión. Fue tal la conmoción que causaron las imágenes en Estados Unidos que al poco tiempo William Clinton decidió retirar sus tropas del cuerno de África. Si tomamos estos dos casos como antecedentes, y agregamos las más de doscientas mentiras –documentadas todas- que el gobierno de George W. Bush utilizó para lanzar su agresión contra Irak, nos podemos dar una idea del peso político-social-sicológico de cada reporte de muerte de soldados o “contratistas” (mercenarios) en las filas de la coalición. El impacto político de las acciones de la resistencia iraquí es tremendo y también lo es el impacto en la moral de los militares en la zona del conflicto, entre quienes crece la sensación de haber sido engañados al tiempo que ven como gradualmente disminuye el apoyo nacional e internacional por el papel que han desempeñado y por los resultados que ha arrojado su “trabajo”. El periodismo independiente tiene siempre tiene un rol en tiempos de guerra. Winston Churchill decía que “en tiempos de guerra la primera víctima es la verdad” y también decía que “en tiempos de guerra, a la verdad hay que protegerla con un guardaespaldas de mentiras”. Por el impacto que tiene el periodismo independiente de Al-Jazeera en las filas de la “coalición” es que fueron –y siguien siendo- blancos militares. Por el momento, es en este punto en donde más golpean las acciones de la resistencia iraquí al ejército invasor.

 

5.      MI: El segundo frente seria la presion publica internacional, que durante la guerra de Vietnam ejerció gran influencia. ¿Qué dice de nosotros la indiferencia y la apatia que hace que nos acostumbremos a este conflicto?

 

FMT: En un primer momento revela falta de conocimiento, de compromiso, o de las dos. No se puede ser indiferente o apático respecto de algo que no se conoce, y en esta lógica la ignorancia sólo es criminal en caso de que sea voluntaria. Pero ¿existirá alguien que pueda sostener honestamente que no se enteró de la guerra de Irak o de la de Afganistán? Se necesitaría haber estado viviendo en el desierto o en alguna región inexplorada lejos de la civilización por años para que existiera algún dejo de verdad en una afirmación de esta naturaleza. El horror de cualquier guerra va mucho más allá de lo que normalmente se cree. ¿Decenas de miles de muertos y heridos en Irak 2003?, ¿Centenas de miles en Guatemala, Bosnia y Timor Oriental?, ¿Millones en Ruanda en 1994 y en Irak desde 1991?. Niños soldados martirizados en Sudán, hombres desmembrados con motosierras en Colombia, mujeres y hombres víctimas de violaciones tumultarias en Chechenia, todo esto y mucho más es la guerra de verdad. ¿Cuántos seres queridos tiene cada uno de estos muertos, heridos y torturados?, ¿Cuántos familiares y amigos tienen que vivir por años con el dolor de todo este horror? Todos y cada uno de ellos muere en vida con cada uno de estos hechos y acumula tristeza, rencor y odio. Esto es la guerra y no imágenes de aviones despegando de sus bases, batallones de soldados perfectamente uniformados o mapas interactivos para análisis geopolíticos. En el peor de los casos, la apatía y la indiferencia ante guerras como la que tiene lugar en Irak en estos momentos deja al descubierto un nivel monstruoso de deshumanización; es una especie de patología social como no ha habido otra en toda la historia de la humanidad. Es una suerte de alexitimia global que ya hoy en muchos lugares es tan común que se ve como “normal”; lugares en los que paradójicamente se llega a considerar como anormal -y hasta criminal- el salir a las calles y protestar por la guerra. Se necesita ser un enfermo para ser indiferente y apático ante la guerra. En este sentido, el gobierno español durante Aznar y el de los Estados Unidos –por lo menos desde la segunda guerra mundial, y particularmente durante el régimen de George W. Bush- son dos de los ejemplos más claros de esta enfermedad.

 

6.      MI: En ultima instancia, la presión también debería producirse por los propios norteamericanos, cuya actitud propició el abandono de la guerra de Vietnam. ¿Qué visión se tiene desde dentro de la guerra de Irak y la política de Bush? ¿Qué tendria que pasar para que se concientizaran de esta guerra, como sucedió con Vietnam?

 

FMT: El estadounidense promedio está convencido de que la guerra de Irak fue para liberar a un pueblo de la opresión de un tirano. Para el ciudadano promedio de Washington o Nueva York, las acciones de su gobierno son morales y solo buscan la justicia y el imperio de la ley. Encontrar opiniones como esta es muy fácil en los Estados Unidos. No nos debe de extrañar: En los Estados Unidos poco más del 30% de la población cree en la teoría de la evolución mientras que más del 60% considera que Satanás es una fuerza activa en su vida cotidiana. El nivel de ignorancia, de incultura y de carencia de pensamiento crítico es extraordinariamente alto, lo cual es perfectamente nomal dados los antecedentes. Desde hace décadas la clase gobernante estadounidense se ha embarcado en una política de idiotización sistemática de su propia población en el entendido de que los idiotas funcionales no critican ni hacen cuestionamientos de fondo, dejándo con ello, mano libre al gobierno para hacer lo que se le antoje. Así el estadounidense promedio tiene una visión distorsionada de la realidad, producto de la desinformación y de la ignorancia a la que conduce la propaganda gubernamental. En este sentido son víctimas de su propio gobierno. Como ha dicho Noam Chomsky: “Si los ciudadanos estadounidenses supieran de verdad lo que hace su gobierno, no se lo permitirían”. El estadounidense sabe que Hussein era un tirano, pero no sabe –o no le ve mayor importancia- al hecho de que Washington se encargó de armarlo hasta los dientes. Sabe que Osama bin Laden dirige una red terrorista internacional, pero no sabe –o no le importa- que la familia de bin Laden tuviera negocios petroleros con la familia Bush. Según ellos Estados Unidos fueron a Afganistán e Irak solamente a dar libertad a las mujeres y a los pueblos, pero no saben –o no les importa- que el personal femenino militar estadounidense que sirve en Arabia Saudita es obligado por los propios mandos militares a utilizar el  burka fuera de las bases; como tampoco ven la casualidad de que en Afganistán hay gas y en Irak petróleo y que Estados Unidos es el principal consumidor de ambos en el mundo. El nivel de enajenación social es tan extremo que un afroamericano de clase baja en Nueva York –cuyo nivel de vida es similar al de la gente promedio en Bangladesh- puede decir muy seguro de si mismo que vive en un país de libertades en el que hay igualdad de oportunidades para todos sin caer en cuenta de la contradicción entre su discurso y su propia realidad. Pese a que el deterioro del pensamiento crítico en los Estados Unidos ha alcanzado márgenes inauditos a nivel popular, el nivel de concientización que se registró antes y durante la guerra fue importante considerando que los mismos índices tardaron años en desarrollarse para el caso de Vietnam, en este sentido, las telecomunicación facilitaron la labor de manera extraordinaria. Aunque de forma muy lenta, existen indicios de que puede estar comenzando a revertirse esta tendencia acrítica, pareciera ser que el gobierno estadounidense ha cruzado ya el límite y ahora tiene que enfrentar la consecuencia natural de haberlo hecho: son tantas y tan evidentes las mentiras y las manipulaciones a las que ha sometido a su población que ya ningún mecanismo de propaganda, por más sofisticado y costoso que sea, es capaz de esconderlas. Eventualmente la gente en los Estados Unidos ha comenzado a darse cuenta de que han vivido engañados, en todo, todo el tiempo.

 

7.      MI: Uno de los puntos que señala como importantes en esta guerra es la desinformación. ¿A qué cree que se debe y que consecuencias esta generando?

 

FMT: La desinformación tiene como objetivo el control del pensamiento. En una mano tenemos al régimen de Saddam Hussein y en la otra a los Estados Unidos. Hussein sin duda se esmeró una y otra vez tratando de desinformar a la opinión pública mundial para mejorar su posición internacional, sin embargo, no lo hacia para con su población: a él le bastaba con que le obedecieran y punto, sencillamente no le interesaba convencer –ni siquiera con engaños- a los iraquíes de que tenía la razón. Este es el comportamiento típico de un régimen totalitario, lo que importa no es la simpatía o la aprobación ideológica de los gobernados, sino tan solo su obediencia. El caso de los Estados Unidos es diferente. Como se presume como la nación más libre y democrática del mundo no puede utilizar el terrorismo de Estado de forma tan extendida al interior como lo promueve al exterior, de tal suerte que tiene que echar mano de otros mecanismo para garantizar el control y el apoyo a las desiciones de la clase gobernante. Por un lado, para mantener ocupada a la población políticamente apática y desinteresada es que se impulsan industrias como la del entretenimiento (en sus múltiples variantes) y la del culto a la personalidad y el individualismo egoista. Por otra parte, para encargarse de la población con algún ánimo crítico es que se establecen los mecanismo de intoxicación informativa y de desinformación académica y periodística. El objetivo de estos mecanismos es proporcionar inmensas cantidades de datos inútiles, confusos o falsos con la intensión de distorsionar la realidad para hacer que la gente crea y solo políticamente correcto siguiendo siempre los intereses de quienes gobiernan. Sobre estos ejes corren proyectos como “Camelot” en el caso de Kennedy en tiempos de Vietnam y la venta mediática de la “Guerra contra el Terrorismo” de George W. Bush en tiempos de Irak. Los resultados están a la vista: A diferencia de países como España (en donde las manifestaciones contra la guerra fueron numerosas y concurridas –cosa que se confirmó después con el proceso electoral del 14 de Marzo-) e Inglaterra (donde más de dos millones de personas salieron a las calles para expresarse por la paz en Febrero de 2003) en los Estados Unidos las concetraciones en contra de la guerra fueron escazas y no demasiado multitudinarias. No es extraño, la tarea de librar el cerco desinformativo en una sociedad con poca tradición en fomento del pensamiento crítico popular es verdaderamente titánica. No puede serlo menos. Acostumbrado a ser criticado por todo y por todos, todo el tiempo, en todo el mundo y por todas sus acciones, el gobierno estadounidense es sólo susceptible a la crítica interna, por eso es tan importante para ellos mantenerla dormida, y por eso es tan importante para nosotros despertarla.